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La cortina de humo del nacionalismo cristiano

La cortina de humo del nacionalismo cristiano

Getty Images

Imaginemos por un momento a un presidente de los Estados Unidos que continuamente utiliza referencias bíblicas para sustentar una agenda política.

La verdad sea dicha, el expresidente Barack Obama dominó el arte de las citas bíblicas judeocristianas con el propósito de crear un imperativo moral detrás de algunas de sus iniciativas políticas más controvertidas.

Citó versículos como “Yo soy el guardián de mi hermano” (Génesis 4:9) para promover políticas sobre atención médica y bienestar social. A menudo citó Mateo 25:40, “Todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, por mí lo hicieron”, para justificar sus iniciativas de justicia social. A pesar de esto, nadie lo etiquetó de nacionalista cristiano. ¿Por qué? Esta ironía resalta la indignación selectiva cuando los cristianos que creen en la Biblia participan en el proceso político actual.

El término “nacionalismo cristiano” ha surgido como una herramienta para distraer y obstruir a los cristianos que creen en la Biblia dentro del proceso electoral estadounidense. Esta frase, procesada y emitida por la izquierda progresista, tiene como objetivo confrontar e impedir la participación cristiana en la configuración del futuro de la nación. Para aportar claridad y construir un cortafuegos contra la posible apatía política en las próximas elecciones, aquí hay cinco puntos a tener en cuenta:

El nacionalismo cristiano como cortina de humo

El nacionalismo cristiano es una cortina de humo que desvía la atención y crea obstáculos para los cristianos creyentes en la Biblia que participan en el proceso electoral estadounidense. La izquierda progresista, preocupada por el hecho de que aproximadamente el 80% de los evangélicos blancos votan por los conservadores, utiliza este término para socavar el compromiso cristiano. Pew Research muestra que alrededor del 77% de los protestantes evangélicos blancos votaron por Donald Trump en las elecciones de 2020. Esta fuerte alineación con los valores conservadores preocupa a la izquierda, que la lleva a utilizar el término “nacionalismo cristiano” como un término peyorativo. La prevalencia de este término en los medios de comunicación subraya el temor de la izquierda a la influencia política de los cristianos.

Además, la mayoría de los evangélicos hispanos apoyaron a Trump, y una encuesta del Public Religion Research Institute (PRRI) indica que el 55% de los protestantes hispanos votaron por él en 2020. ¿Esto convierte a los creyentes latinos en nacionalistas cristianos? El uso de tales etiquetas para describir a los cristianos de diferentes orígenes étnicos que apoyan políticas conservadoras demuestra la inconsistencia y politización del término.

La Biblia anima a los creyentes a participar en sus comunidades y en su gobierno: “Procurad el bienestar de la ciudad adonde os he enviado al destierro, y rogad al Señor por ella, porque en su bienestar hallaréis vuestro bienestar” (Jeremías 29:7). Este llamado a la participación no se trata de imponer una teocracia, sino de garantizar que nuestra sociedad refleje principios morales y justos.

2. La agenda del Cordero, no del burro o del elefante

Los verdaderos seguidores de Jesucristo no se alinean con las agendas de los partidos políticos. Están comprometidos con la agenda del Cordero. Para los cristianos, la cruz siempre tendrá precedencia sobre la bandera. Nuestros derechos vienen de Dios, no de los hombres ni de los gobiernos. Esta perspectiva divina moldea nuestro deber cívico, instándonos a participar en la esfera pública por un sentido de responsabilidad moral y bíblica.

Según Pew Research, muchos cristianos creen que sus creencias religiosas deberían influir en sus decisiones políticas. Alrededor del 60% de los adultos estadounidenses dicen que las creencias religiosas deberían influir en las políticas públicas, con un porcentaje más alto entre los asistentes regulares a la iglesia. Esta convicción subraya que los cristianos ven su fe como parte integral de su compromiso cívico.

La Escritura refuerza este compromiso: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). Si bien los cristianos participan en el gobierno terrenal, su lealtad máxima es al reino de Dios. Sin embargo, están llamados a ser sal y luz en el mundo (Mt 5,13-16), influyendo en la sociedad con sus valores y acciones.

3. La responsabilidad cívica de los cristianos

Participar en el espacio público es una responsabilidad cívica, moral y bíblicamente fundamentada para los cristianos. Estamos llamados a influir positivamente en la sociedad y garantizar que los valores de nuestra nación reflejen las enseñanzas de Jesucristo. Esto implica defender la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, al tiempo que resistimos los esfuerzos por socavar los valores judeocristianos.

Los datos de Pew Research indican que muchos cristianos creen que tienen el deber de participar en el proceso político. En una encuesta de 2019, el 56% de los adultos estadounidenses dijo que las iglesias y los lugares de culto deberían expresar sus puntos de vista sobre cuestiones sociales y políticas. Este sentimiento es aún más fuerte entre los evangélicos, ya que el 75% apoya la participación de la iglesia en el discurso político. Estas estadísticas destacan que los cristianos creen que su fe los llama a participar activamente en la formulación de políticas públicas.

La Biblia ordena esta participación: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Marcos 12:17). Los cristianos respetan a las autoridades gubernamentales (Romanos 13:1-7) y al mismo tiempo defienden la ley moral superior de Dios. Esta doble responsabilidad exige que los cristianos estén informados y participen activamente en el ámbito político, asegurándose de que las leyes y las políticas reflejen los principios bíblicos.

4. La presencia marginal de aspiraciones teocráticas

La idea de que los cristianos en masa buscan establecer una teocracia es extremadamente exagerada. Un pequeño segmento de cristianos, posiblemente de un solo dígito, puede abogar por un modelo de gobierno teocrático. Sin embargo, este grupo es tan marginal que es de minimis. La mayoría de los cristianos no buscan transformar a Estados Unidos en una nueva Jerusalén, sino vivir su fe de manera auténtica dentro de una sociedad democrática.

La investigación del Grupo Barna muestra que la mayoría de los cristianos apoyan las garantías constitucionales protectoras con respecto a la iglesia y el estado, reconociendo que una democracia saludable requiere respeto por las diversas creencias y la libertad de conciencia. Solo el 18% de los adultos estadounidenses, incluidos los cristianos, cree que el gobierno debería declarar a Estados Unidos una nación cristiana. Esta estadística subraya el compromiso de la mayoría de los cristianos con una sociedad pluralista donde la libertad religiosa esté protegida para todos.

Sin embargo, los cristianos deben permanecer vigilantes, asegurándose de que su enfoque se mantenga en la obra terminada de Jesucristo y no en las estructuras de poder terrenales. El compromiso político debe ser un medio para dar testimonio de nuestra fe, no un fin en sí mismo. Al mantener esta perspectiva, los cristianos pueden evitar los peligros de mezclar su identidad religiosa con el fervor nacionalista.

La Biblia advierte contra las prioridades equivocadas: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Los cristianos deben cuidarse de permitir que el compromiso político eclipse su misión principal de difundir el evangelio y vivir las enseñanzas de Cristo.

5. Luchar contra la nomenclatura despectiva

Los cristianos deben resistir activamente a los medios de comunicación, los expertos y las instituciones liberales que utilizan términos despectivos para suprimir el compromiso cívico cristiano. Términos como “nacionalismo cristiano” estigmatizan y desaniman a los cristianos a cumplir con su deber cívico. Debemos votar por principios que se alineen con nuestra fe: la vida, la libertad religiosa, la justicia bíblica, los derechos de los padres y un gobierno limitado. Aunque el Tío Sam puede ser nuestro tío, nunca será nuestro Padre celestial. Nuestra lealtad máxima es hacia Dios, y nuestra participación en la esfera pública debe reflejar esta verdad.

Pew Research ha documentado la representación que los medios de comunicación hacen de los grupos religiosos y ha descubierto que los cristianos conservadores suelen ser representados de forma negativa. Este sesgo puede desanimar a los cristianos a participar en el proceso político, por temor a las reacciones negativas o a una tergiversación. Sin embargo, es imperativo que los cristianos se mantengan firmes en sus convicciones y sigan abogando por políticas que reflejen sus valores.

Lifeway Research informa que muchos cristianos se sienten marginados e incomprendidos por los medios de comunicación, y el 60% de los pastores protestantes creen que la libertad religiosa está en declive en los Estados Unidos. Esta percepción alimenta la determinación de los cristianos de permanecer activos en el espacio público, defendiendo sus derechos y los principios que aprecian.

La Biblia anima a los creyentes a perseverar frente a la oposición: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10). Los cristianos deben seguir defendiendo sus creencias, sabiendo que su recompensa final no es el éxito terrenal, sino la fidelidad al llamado de Dios.

Conclusión: Abordar el tema candente

El uso que hace la izquierda progresista del término “nacionalismo cristiano” tiene más que ver con Donald Trump y su candidatura que con el compromiso cristiano en la esfera pública. El hecho de que la gran mayoría de los cristianos que creen en la Biblia, principalmente en las comunidades caucásicas e hispanas, apoyen las políticas de Donald Trump es la verdadera razón por la que este término se utiliza de manera tan despectiva. Las encuestas y los estudios confirman que los cristianos que creen en la Biblia apoyan políticas que se alinean con su fe, no necesariamente con la personalidad del candidato.

En consecuencia, los cristianos deben rechazar la retórica y las actividades que contradicen el espíritu de rectitud, justicia, verdad y amor que se encuentra en el Salmo 89:14: “La justicia y el derecho son el cimiento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de ti”. Como seguidores de Jesús, debemos apoyar políticas que promuevan la vida, la libertad religiosa, la justicia bíblica, los derechos de los padres, el apoyo a Israel y un gobierno limitado. Esta postura se basa en la creencia de que nuestra lealtad es a Dios por encima del hombre y al hombre por encima del gobierno.

De ahí surge la pregunta: Cuando Donald Trump ya no sea candidato a la presidencia, ¿esta frase seguirá ocupando un lugar en el léxico de la guerra política? Como cristianos, debemos seguir manteniéndonos firmes en nuestras convicciones y participar en la esfera pública con integridad y fe. “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos” (Gálatas 6:9). Nuestra participación en el proceso político es un testimonio de nuestra fe y nuestro compromiso con una sociedad justa y moral.

El reverendo Samuel Rodríguez es pastor principal de New Season, presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano, autor de best-sellers y productor ejecutivo de películas como “Breakthrough” y “Flamin’ Hot”.