¿Eres adicto a la tecnología y te preguntas por qué estás ansioso?
La razón por la que todo es una “locura” en algunos círculos conservadores, con los constantes ataques desquiciados contra Israel y la gente cambiando de bando y enfrentándose unos a otros, es que esa es la naturaleza de la arena. Es movediza. No tiene forma. Claro que se puede construir sobre ella, pero no resistirá los fuertes vientos de la vida.
Si moldeas tu mente, tu filosofía política o cualquier otra cosa basándote en personalidades, ten por seguro que te decepcionarás. Solo hay un fundamento seguro sobre el cual edificar nuestras vidas, y solo uno: Jesucristo (ver 1 Corintios 3:11).
Edificamos nuestras vidas momento a momento, según cómo invertimos nuestro tiempo y recursos tan limitados (materiales, emocionales, intelectuales, espirituales). Por lo tanto, para construir una filosofía, una cosmovisión, una opinión justa, una ideología política, un punto de vista cultural sabio o un legado, uno debe pasar más tiempo en las Escrituras que en podcast, Instagram o X.
La verdad sea dicha, sin embargo, el Espíritu de la Época tiene un dominio tal sobre tantos en nuestra cultura que de hecho pasarán tres horas diarias escuchando a Tucker Carlson y Candace Owens escupir veneno, mientras relegan las Escrituras a un vistazo en las redes sociales y un versículo del día. ¿Qué frutos esperarías de tales inversiones?
Puedo pensar en algunos: ansiedad, depresión, paranoia, desconfianza, rebelión y vergüenza, entre otros. También decepción, porque cuando nuestros ídolos son destruidos, la desilusión se siente muy profundamente. Y los ídolos de hoy, como los de ayer, serán destruidos, pues están hechos de arena, de barro.
Se necesita una autoevaluación intensa. ¿Qué estás haciendo con tu tiempo y tu atención? ¿Se lo estás entregando a quienes no son dignos de un bien tan preciado?
¿Podría ser esta la razón por la que te sientes como te sientes? Debes ser honesto contigo mismo y tomar medidas radicales contra esta tendencia. Debemos pensar en ello en la línea de la advertencia de Jesús contra la lujuria en Mateo 5:30: "Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno".
Elimina la aplicación. Deshazte del teléfono, si es necesario. No necesitas saber lo que él o ella dirá en el próximo episodio, ni lo que el otro responderá: "¡Ja, lo tengo!".
Lewis fue una de las mentes más importantes de su tiempo. Muchos cristianos aman su obra. Millones desearon poder escribir y comunicarse como él lo hacía. Pero, ¿cómo pudo lograr tanto? Actualmente estoy leyendo una breve colección de sus ensayos en The Reading Life. En ella, una parte de la descripción de su rutina diaria ideal en sus memorias Cautivado por la alegría lo describe así: "leía y escribía de nueve a una y de nuevo de cinco a siete, con pausas para comer, caminar o tomar el té".
Considera ahora los frutos de una vida así, rendida a Cristo.
La “cosa” que nos distrae no es el problema. Eso cambiará continuamente. Hoy son las redes sociales; mañana será la RV o la IA. El punto es que tu atención es increíblemente valiosa; de hecho, es una de las cosas más preciadas que tienes. El enemigo lo sabe, y por eso produce continuamente cosas que nos distraen de Dios, para que terminemos edificando nuestras vidas sobre la arena en lugar de sobre la Roca.
Las Escrituras hablan de esas cosas como cosas “del mundo”. En 1 Juan 2:16, se nos da una profunda revelación: "Porque todo lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— no proviene del Padre, sino del mundo". Esas son categorías grandes, amplias y filosóficas, pero podemos verlas manifestarse en todas las cosas que nos separan de lo que es bueno. Nos apartan los ojos, la mente y el corazón de lo bello, lo verdadero, lo honesto y justo, lo puro y amable (ver Filipenses 4:8), para volvernos hacia lo profano y vulgar, lo irreverente y sarcástico, lo burlón e insultante, lo autoengrandecedor y egoísta.
Recházalo todo. Vuélvete a Cristo. Ten paz.
¿Recuerdas cuando tu maestra de escuela decía: "Presten atención"? No bromeaba. Realmente *pagamos* por aquello a lo que le *prestamos* atención. Es hora de que maduremos y aprendamos la lección.