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'Gigante dormido': el movimiento misionero evangélico en América Latina sigue creciendo

'Gigante dormido': el movimiento misionero evangélico en América Latina sigue creciendo

La gente camina por la calle en Salento, Colombia. | Unsplash/Delaney Turner

Cuando Carlos y Ana se casaron, tuvieron un sueño: servir a Dios como misioneros en algún lugar del mundo. Ambos habían crecido en iglesias evangélicas en Colombia y habían sentido el llamado de Dios a compartir el Evangelio con otras culturas. Sin embargo, no sabían cómo lograrlo.

"No teníamos recursos, ni apoyo, ni experiencia", recuerda Carlos. "Pensábamos que las misiones eran sólo para extranjeros que venían a nuestro país".

Pero un día, Carlos y Ana se enteraron de una agencia misionera latinoamericana que les ofrecía capacitación, orientación y envío a diferentes campos. Se inscribieron en un curso de preparación misional y, después de un año de estudio y práctica, fueron asignados a un proyecto en Asia Central, entre un grupo étnico musulmán que nunca había escuchado el nombre de Jesús.

Allí, junto con otros misioneros latinoamericanos, llevan más de cinco años sirviendo, aprendiendo el idioma, adaptándose a la cultura y compartiendo el amor de Cristo con el prójimo.

"Dios ha sido fiel y hemos visto frutos en medio de las dificultades", dice Ana. "Estamos felices de ser parte de lo que Dios está haciendo en las naciones".

La historia de Carlos y Ana es sólo un ejemplo del creciente movimiento misionero evangélico que se viene gestando en América Latina desde hace varios años.

Según el Centro para el Estudio del Cristianismo Global , hasta hace poco había más de 10.000 misioneros evangélicos latinoamericanos sirviendo en más de 100 países, especialmente en lugares donde el acceso al Evangelio no es fácil, como el mundo islámico, budista e hindú. Esta cifra representa un aumento de más del 300% desde el año 2000, y sitúa a América Latina como la tercera región del mundo con más misioneros evangélicos, después de América del Norte y Europa.

En 2007, un informe de Lausanne World Pulse afirmaba que casi 25 años antes, América Latina se unió formalmente a la fuerza misionera mundial. Muestra cómo esta ha sido una tendencia que comenzó antes y continúa hoy.

Ahora, 400 agencias misioneras están enviando a 9.000 latinoamericanos. Se calcula que otros 3.000 han salido sin estructura de envío.

Lo cierto es que el movimiento misionero evangélico en América Latina ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas.

Según el sitio web de la Asociación de Bautistas para la Evangelización Mundial  , "La iglesia latinoamericana es como el gigante dormido que está despertando para plantar iglesias centradas en el evangelio en toda América Latina, para alcanzar zonas de los no alcanzados dentro de sus fronteras y para enviar misioneros a los lugares más difíciles del mundo."

Si bien los misioneros latinoamericanos enfrentan desafíos y oportunidades, y la Iglesia de los EE. UU. continúa desempeñando un papel en el apoyo y la colaboración con este movimiento, existen factores específicos que explican este desarrollo tan interesante.

Una visión bíblica de las misiones

Uno de los factores que ha impulsado el despertar misionero en América Latina es el redescubrimiento de la visión bíblica de las misiones, que entiende que el propósito de Dios es glorificar su nombre entre todas las naciones y que la Iglesia es el instrumento que Él ha elegido para cumplir su plan. Esta visión ha sido transmitida y reforzada por varios eventos, publicaciones y recursos que han enfatizado el mandato misionero de Cristo y la urgencia de alcanzar a los pueblos no alcanzados.

Uno de estos eventos es el Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE), que se realiza cada 10 años desde 1969 y ha reunido a miles de líderes evangélicos de toda la región para reflexionar sobre la misión de la Iglesia en el contexto latinoamericano.

La última CLADE, realizada en Costa Rica, tuvo como tema “El discipulado integral en el poder del Espíritu: Hacia una Iglesia misionera, profética y esperanzadora”. Se afirmó que "la misión de Dios es integral y abarca todas las dimensiones de la vida humana y de la creación", y se hizo un llamado a "asumir el compromiso de ser una iglesia misionera, que anuncia y vive el Evangelio de Jesucristo en el poder de la Espíritu Santo, durante los desafíos y oportunidades de nuestro tiempo."

Otro evento que ha marcado la visión misionera de América Latina es el  Congreso Misionero Iberoamericano  (COMIBAM), que comenzó en 1987 en Sao Paulo, Brasil, y ha sido considerado el primer congreso misionero organizado por y para latinoamericanos.

El objetivo de COMIBAM ha sido promover la cooperación y la movilización misionera entre iglesias, agencias y organizaciones evangélicas de habla hispana y portuguesa. El último COMIBAM, realizado en Bogotá, Colombia, tuvo como tema “La gloria de Cristo en las naciones” y reunió a más de 800 participantes de 40 países, quienes compartieron sus experiencias, desafíos y estrategias para el progreso del reino de Dios. en el mundo.

Además de estos eventos, cabe mencionar el trabajo de diversas agencias y organizaciones misioneras latinoamericanas que han surgido en las últimas décadas para facilitar el envío y apoyo de misioneros de la región. Algunas de estas agencias son AMA (Agencia Misionera Argentina), AMAL (Agencia Misionera Latinoamericana), AME (Agencia Misiones Evangélicas), AMEC (Agencia Misionera Evangélica Centroamericana), AMEE (Asociación Misionera Evangélica Ecuatoriana), AMEM (Misión Evangelización Mundial) , entre otros.

Estas agencias ofrecen capacitación, orientación, atención pastoral, gestión financiera y redes de apoyo a misioneros e iglesias de envío.

También cabe destacar el aporte de diversas publicaciones y recursos que han ayudado a difundir la visión misionera entre los cristianos evangélicos en América Latina.

Entre ellas se encuentran la revista VAMOS (Vamos), que desde 1984 publica artículos, testimonios y noticias sobre misiones; el libro "Misión Mundial", escrito por el misionero y teólogo Jonathan Lewis, que ofrece una introducción bíblica, histórica y práctica a las misiones; el sitio web Movilicemos.org , que ofrece recursos gratuitos para la movilización y educación misionera; y el programa de radio "Ventana al Mundo", que se transmite en más de 500 estaciones de radio en 23 países, informando y motivando a los oyentes sobre las necesidades y oportunidades misioneras.

Una identidad cultural diversa y flexible

Otro factor que ha favorecido el despertar misionero de América Latina es la identidad cultural diversa y flexible que caracteriza a los latinoamericanos, lo que les permite adaptarse y relacionarse con otras culturas con mayor facilidad y naturalidad. Los latinoamericanos son el resultado de una mezcla de razas, lenguas, creencias y tradiciones, que han dado forma a una cultura rica y variada, que a su vez ha sido influenciada por los procesos de globalización y migración. Esta diversidad cultural ha dado a los latinoamericanos una mayor sensibilidad y apertura hacia los demás, así como una mayor capacidad de aprendizaje y comunicación intercultural.

Estas cualidades son altamente valoradas y aprovechadas en el campo misionero, donde los misioneros latinoamericanos han demostrado ser efectivos y creativos en el desarrollo de su ministerio. Algunos ejemplos de esto son el uso de la música, el arte y el humor como medios de evangelización y discipulado; la formación de equipos misioneros multiculturales y multidisciplinarios; la integración de la familia y la comunidad en el servicio misionero; la atención a las necesidades sociales y humanitarias del pueblo; y poner el mensaje del Evangelio en el contexto de las cosmovisiones y valores de las culturas anfitrionas.

Un testimonio de la ventaja cultural de los misioneros latinoamericanos lo brinda el pastor y misionero brasileño Ronaldo Lidório, quien ha servido durante más de 20 años entre los pueblos indígenas de Brasil y África. Comenta que "los latinoamericanos tenemos una facilidad de adaptación muy grande porque somos un pueblo mestizo, que hemos recibido influencias de muchas culturas. Tenemos muy buena capacidad de relacionarnos porque somos un pueblo alegre, festivo, a los que les gusta la música, el baile y el deporte. Tenemos una sensibilidad social muy alta porque somos un pueblo que ha sufrido mucho, que ha pasado por muchas dificultades y que sabe lo que es la pobreza".

El movimiento misionero evangélico en América Latina está en auge, con un número creciente de creyentes, como Carlos y Ana, que sienten el llamado a llevar el Evangelio más allá de sus fronteras. A medida que este "gigante dormido" siga despertando, está preparado para provocar un impacto aún mayor en las naciones del mundo en los años venideros.

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Este artículo fue publicado originalmente por Christian Daily International.