Un enfoque cristiano para la resolución de conflictos en el matrimonio
Incluso los mejores matrimonios tienen conflictos. Si usted y su cónyuge no parecen estar de acuerdo, están en buena compañía. Es hora de empezar a ver el conflicto con una nueva lente. Los conflictos son como hilos que, cuando se tejen con cuidado en el tapiz del pacto, pueden fortalecer la unidad entre marido y mujer. Quien haya dicho que los matrimonios cristianos son de algún modo inofensivos a la hora de afrontar conflictos complicados, se equivocó por completo. De hecho, debido al mandato y ejemplo de amor incondicional de Cristo, las parejas cristianas deben resolver los conflictos en amor, humildad y gracia.
Es más fácil decirlo que hacerlo.
En mis 24 años de matrimonio, he tenido mucha práctica con los conflictos matrimoniales. Ganas algo; pierdes algo. ¡Gracias a Dios ninguna de esas conversaciones fue grabada! A lo largo de los años he aprendido que lo que escuchamos y lo que se dice no siempre coinciden. Lo que percibimos y lo que se presenta no siempre coinciden. Aquí hay algunos elementos clave que todo matrimonio cristiano puede implementar para disminuir la tendencia destructiva del conflicto en su matrimonio.
Comience con la oración
Antes de profundizar en prácticas de comunicación específicas, es esencial establecer la importancia de la oración como base para resolver cualquier conflicto, especialmente el conflicto dentro de un matrimonio cristiano. La oración nivela el campo de juego. Les recuerda a las parejas que están jugando en el mismo equipo y que, en última instancia, Dios es el juez. La oración también construye intimidad espiritual en el matrimonio.
Mi pastor suele decir: "Es imposible odiar (o maltratar) a alguien por quien estás orando". Cuando las parejas oran juntas, invitan a la sabiduría y la guía del Espíritu Santo a la situación. Ha habido ocasiones en mi matrimonio, después de que mi esposo y yo oramos, la solución se hizo evidente de repente y nuestros agravios parecieron desvanecerse como un recuerdo brumoso. Ya sea que oren juntos o por separado, no descuiden esta herramienta fundamental cuando enfrenten un conflicto matrimonial.
Escucha con tu corazón
La comunicación eficaz comienza con la escucha activa. Enseño un concepto llamado las “tres E de la escucha” a las parejas que entreno. Escuche con los ojos, escuche con los oídos y escuche con empatía (su corazón). Las parejas cristianas pueden crear un espacio seguro para conversaciones compasivas al centrarse genuinamente en su cónyuge. Escuchar con los ojos significa contacto visual y escuchar el lenguaje corporal de su cónyuge. Escuchar con los oídos significa escuchar sin juzgar y escuchar lo que realmente se dice, no lo que uno mismo se dice a sí mismo. Escuchar con empatía significa ponerse en el lugar de su cónyuge. ¿Cómo se sentiría esta situación si fuera su cónyuge?
La escucha activa implica mucho más que oír; requiere un compromiso para comprender el corazón detrás de lo que se dice y las necesidades de su cónyuge más allá de las palabras habladas.
En lugar de formular su respuesta mientras su pareja habla, escuche genuinamente y trate de comprender su perspectiva. La edificación mutua es la forma de practicar y fomentar un ambiente elegante de respeto y validación de los sentimientos de los demás, contribuyendo a una conversación más constructiva.
Cuida tu lenguaje
El poder de la lengua es un mensaje que la mayoría de los cristianos han oído predicar una o dos veces. No se pueden subestimar las palabras, especialmente en momentos de conflicto. Proverbios 15:1 nos recuerda: “La respuesta amable quita la ira, pero la palabra dura hace subir la ira”. La mansedumbre es un fruto del Espíritu. ¿Cuánto más deberían esforzarse las parejas cristianas por comunicarse con gentileza y gracia, especialmente cuando discuten temas de conflicto?
Otro principio que enseño es preguntar, no acusar. Las preguntas suelen recibirse mejor que las declaraciones de acusación. Preguntas como: "¿Olvidaste que teníamos planeada una cena especial esta noche?" es mejor que: "Debes haber tenido algo más importante que hacer porque no te molestaste en presentarte a cenar esta noche".
Aquí es donde las declaraciones en primera persona pueden resultar extremadamente útiles. Las declaraciones expresan sus sentimientos y necesidades. Por ejemplo, diga "Me siento herido cuando..." en lugar de "Eres tan egoísta". Este cambio de lenguaje ayuda a prevenir la actitud defensiva y abre la puerta al entendimiento mutuo.
Elige el momento y el lugar adecuados
El momento oportuno es crucial a la hora de abordar los conflictos. Elegir el momento y el lugar adecuados garantiza que ambos socios puedan participar plenamente en la conversación sin presiones ni distracciones externas. Es aconsejable evitar discutir temas delicados en el calor del momento, frente a los niños o en entornos donde su privacidad podría verse comprometida.
Soy un ave nocturna, por lo que las conversaciones profundas a altas horas de la noche me parecen una gran idea. No es así para mi esposo, que tiene que despertarse al amanecer todas las mañanas. No siempre es lo que dices o incluso cómo lo dices; a veces, es cuando lo dices.
Además, programar controles periódicos o “controles de relaciones” puede brindar ese tiempo intencional para una comunicación abierta. Esto permite a las parejas dedicar tiempo a discutir áreas de preocupación, expresar gratitud y fortalecer su conexión en una atmósfera más relajada.
Busca consejo sabio
Hay momentos en que el conflicto persiste en algunos matrimonios. Es entonces cuando buscar la guía de un mentor, un asesor matrimonial cristiano o un consejero sabio y confiable puede resultar invaluable. Proverbios 15:22 aconseja: “Los planes fracasan por falta de consejo, pero con muchos consejeros salen adelante”. Un tercero neutral puede ofrecer conocimientos sabios, otra perspectiva y herramientas de comunicación prácticas para resolver conflictos que se alineen con los valores centrados en Cristo.
Buscar ayuda no te hace débil. De hecho, es un signo de fuerza. Todos los atletas de élite del mundo tienen entrenadores. Los gurús financieros tienen asesores financieros. Los actores galardonados tienen profesores de actuación. ¿Por qué, entonces, algunas parejas no buscan un asesor matrimonial que les ayude a fortalecer sus matrimonios?
Conclusión
Manejar los conflictos en un matrimonio cristiano requiere un esfuerzo intencional, arraigado en la gracia y el amor. Al incorporar la oración, la escucha activa, la comunicación consciente y el compromiso de fomentar su unidad, las parejas pueden transformar los conflictos en oportunidades para una conexión más profunda. Una hermosa narrativa de resiliencia, amor y honor puede entonces reflejar el compromiso duradero de la semejanza de Cristo con un mundo sin esperanza y hambriento de amor.