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Presidente Biden, ¿dónde están los niños?

Presidente Biden, ¿dónde están los niños?

Mujeres y sus hijos hacen cola para registrarse en el Centro Hondureño para Migrantes Retornados tras ser deportados de México. Para frenar el flujo hacia el norte, un nuevo Grupo de Operaciones Tácticas Especiales hondureño, financiado por Estados Unidos, trabaja para detectar a los menores no acompañados que cruzan la frontera hondureña. | | (Foto: Jorge Cabrera/Reuters)

En los últimos meses, ha surgido una revelación inquietante desde el corazón del sistema de inmigración de nuestra nación: más de 300.000 niños migrantes no acompañados que cruzaron la frontera de Estados Unidos durante la administración Biden-Harris están desaparecidos. Un informe interno del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) con fecha del 19 de agosto de 2024 confirma esta estadística alarmante, destacando un profundo fracaso en nuestro deber de proteger a los más vulnerables.

El informe del DHS revela que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha perdido el rastro de al menos 32.000 niños migrantes no acompañados, y se desconoce el paradero de hasta 323.000 de ellos. Sin duda, no podemos negar el hecho de que muchos de estos niños son ahora herramientas y víctimas de la industria de la trata de personas con fines sexuales, un comercio atroz que representa lo peor de lo peor. Esta asombrosa cifra plantea preguntas urgentes sobre la seguridad y el bienestar de estos niños. Se les deja que se las arreglen por sí mismos en un mundo peligroso sin la supervisión adecuada.

La Cámara de Representantes ha tomado nota y celebró una audiencia el 19 de noviembre de 2024 titulada “Traficados, explotados y desaparecidos: niños migrantes víctimas de la administración Biden-Harris”. Esta audiencia tiene como objetivo abordar las fallas sistémicas que han llevado a esta crisis y exigir cuentas a los responsables del bienestar de estos niños.

El New York Times ha informado anteriormente sobre los desafíos que enfrentan los niños migrantes no acompañados. El 15 de febrero de 2023, un artículo destacó el aumento del trabajo infantil entre los niños migrantes y señaló que muchos se ven obligados a realizar trabajos peligrosos para sobrevivir. Otro informe del 17 de abril de 2023 detalló la falta de una investigación adecuada de los patrocinadores, lo que lleva a situaciones en las que los niños son colocados en entornos inseguros. Estos informes subrayan un patrón de negligencia y falla sistémica que exige una acción inmediata.

Vale la pena recordar el clamor que se desató durante la administración Trump por la supuesta narrativa de los “niños en jaulas”, una afirmación que luego fue desmentida. Los medios de comunicación y el público se apresuraron a condenar lo que se percibió como un trato inhumano a los niños migrantes. Sin embargo, ahora, frente a la realidad de cientos de miles de niños desaparecidos, hay un silencio ensordecedor. ¿Dónde está la indignación moral colectiva? ¿Cómo es posible que una falsa alarma sobre los centros de detención haya provocado protestas nacionales, pero la desaparición de más de 300.000 niños no nos haya conmovido al mismo nivel de indignación?

La actual administración debe rendir cuentas por esta crisis humanitaria. El presidente Biden y la vicepresidente Harris deben tomar medidas inmediatas y decisivas para localizar a estos niños desaparecidos y garantizar su seguridad. Además, quienes ocupan puestos de supervisión y han incumplido sus deberes deben dimitir. El pueblo estadounidense merece transparencia y rendición de cuentas por parte de sus líderes, especialmente cuando están en juego las vidas de niños inocentes.

No se trata de una cuestión partidista, sino de un imperativo moral. Los niños desaparecidos no son sólo estadísticas, son seres humanos, muchos de los cuales están atrapados en un ciclo de abuso y explotación. La industria del tráfico sexual de personas prospera entre los más vulnerables, y estos niños, abandonados por los mismos sistemas que se supone que deben protegerlos, son sus últimas víctimas.

Debemos exigir respuestas y acciones. El tiempo de la complacencia ha pasado. Debemos encontrar a los niños. Que este sea el grito de guerra de una nación que dice defender la causa de la justicia y la libertad.

Que la conciencia moral de Estados Unidos despierte. Que las vidas de estos niños nos recuerden nuestra responsabilidad. No descansemos hasta encontrarlos.