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"¿Qué haría Jesús?" no es la pregunta correcta

"¿Qué haría Jesús?" no es la pregunta correcta

iStock/Feverpitched

Mi esposa y yo estamos pensando en hacer algunos cambios en nuestra cocina: reubicar algunos de los gabinetes, reemplazar algunos frentes de cajones, crear más espacio en la mesada y pintar. Las cosas han ido bien, pero la semana pasada, cuando discrepamos sobre el diseño de una de las esquinas, me puse a pensar: “¿Qué haría Jesús?”. Ahora estaba seguro de que estaría de mi lado, ya que ambos habíamos sido carpinteros, pero mientras mi mente recorría rápidamente los Evangelios, no podía pensar en un solo ejemplo de Jesús trabajando con su esposa para determinar el mejor diseño para una cocina. Yo estaba estancado.

Si bien imitar los caminos de Jesús es un tema recurrente en el Nuevo Testamento, los detalles a menudo no están claros. La frase “¿Qué haría Jesús?” apareció por primera vez en el exitoso libro "En Sus Pasos" del reverendo Charles Sheldon en 1896. Casi un siglo después, una líder juvenil de Michigan se inspiró en el libro y creó una pulsera de la amistad con el acrónimo WWJD ["¿Qué Haría Jesús?", en inglés] para alentar a sus estudiantes a pensar como Jesús. ¡Pues se puso de moda! Desde entonces, la comercialización de WWJD se ha ampliado para incluir gorras de béisbol, tazas de café, joyas, suéteres, camisetas y más. Hoy, es una frase ampliamente reconocida.

Por mucho que me gusten los cuatro Evangelios, tengo que admitir que hay muy pocos ejemplos de Jesús haciendo la mayoría de las cosas que hago a diario. Nunca se casó, no tuvo padres, nunca tuvo un negocio, un automóvil o una casa, nunca votó en una elección y nunca hizo planes financieros para el futuro. Así que supongo que no tenemos suerte si esperamos encontrar un capítulo y un versículo para saber lo que haría Jesús.

¿O sí?

Hacer algo comienza con una elección que se procesa a través del cerebro y conduce a una acción. Todo comienza con pensar. Jesús multiplicó unos pocos panes y peces para proporcionar almuerzo a 5.000 personas, pero en otra ocasión envió a sus discípulos a la ciudad para que se prepararan su propio almuerzo. ¿Por qué? ¿En qué estaba pensando? Él atacó duramente a un grupo de líderes religiosos, llamándolos generación de víboras, pero luego defendió a una mujer adúltera y se negó a condenarla. ¿Por qué? ¿Qué estaba pensando? Fue su pensamiento el que dirigió sus acciones. Esto significa que si vamos a actuar como Jesús, primero debemos aprender a pensar como Jesús.

“No imiten las conductas y las costumbres de este mundo, sino que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Así aprenderán cuál es la voluntad de Dios para ustedes, que es buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2, NTV).

La Biblia es nuestra fuente principal para aprender los pensamientos y los caminos de Dios. A medida que sus verdades reemplazan nuestros pensamientos y respuestas naturales, nos encontramos entrando en una forma de vida buena, agradable y perfecta, tal como Jesús.

Entonces, ¿cómo pensaba Jesús? ¿Qué pasaba por su mente que dirigía sus acciones y respuestas? Si bien no hay suficiente espacio en la Biblioteca del Congreso para detallar la profundidad de sus pensamientos, permítanme sugerir solo algunos:

Pensaba en gracia y verdad: Después de establecer a Jesús como el creador, lo siguiente que el apóstol Juan nos dice acerca de Jesús es que Él está lleno de gracia (Juan 1:14-18). No era un contador de puntajes y no le daba a la gente lo que merecía. Pero Su gracia siempre estaba mezclada con la verdad: una comprensión divina del bien y del mal que dio forma a sus valores, decisiones y enseñanzas.

Pensaba en amor: Jesús amaba plenamente. Veía más allá del exterior dañado una vida preciosa creada a su imagen, y eso llenaba su pensamiento y dirigía sus acciones.

Él pensaba hacer el bien a los demás: Él se humilló a sí mismo como siervo para promover el bienestar de los demás (Filipenses 2:3-8). Como estaba seguro de su identidad, podía usar sus recursos divinos para servir a los demás.

Él pensaba en el perdón: Jesús se preocupaba por las relaciones y sabía que era imposible que cualquier relación sobreviviera sin el perdón. Pero también sabía que el perdón tiene un precio, y es el que perdona, no el transgresor, quien tiene que pagarlo. Y Él lo hizo.

Él pensaba en la redención: Él vivía sabiendo que cada persona en su estado natural pasaría la eternidad separada de Él, y eso era más de lo que Él podía soportar. Por eso, buscar y salvar a los perdidos siempre estuvo al frente de su pensamiento (Lucas 19:10).

Luego está el Fruto del Espíritu, que siempre estuvo en el centro de todo el pensamiento de Jesús: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23). ​​

Es importante entender que es posible hacer lo que hizo Jesús —sentirnos bastante bien con nosotros mismos— y al mismo tiempo ser muy diferentes a Jesús. Involucrarse en un comportamiento “correcto” sin amor, paciencia, bondad o amabilidad —sin gracia y preocupación por el bien de los demás— es perder de vista el corazón de Dios. Pensar correctamente conduce a tener razón. Tener razón conduce a hacer lo correcto. Hacer lo correcto conduce a parecerse a Jesús.

Entonces, ¿cómo va la cocina? Está progresando bien, pero no creo que vayamos a remodelar el baño en un futuro próximo.