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Estudio revela las secuelas psicológicas de la deportación en adolescentes latinos

Estudio revela las secuelas psicológicas de la deportación en adolescentes latinos

Bixby Creek Bridge, Monterey, United States | Unsplash/Sammie Vasquez

Un reciente estudio publicado por El País destaca cómo la deportación de un familiar afecta profundamente la salud mental de los adolescentes latinos en Estados Unidos. El informe subraya que estos jóvenes experimentan altos niveles de estrés, ansiedad y depresión debido a la separación familiar y el miedo constante a ser deportados ellos mismos.

La publicación hace referencia a un estudio realizado por Jama Pediatrics, según el cual, este trauma puede tener efectos duraderos en el bienestar emocional y en el rendimiento académico de los muchachos hispanos, creando un ciclo de vulnerabilidad que es difícil de romper.

Desde una perspectiva cristiana, la desintegración familiar causada por las deportaciones no solo es un problema social, sino también un desafío espiritual.

El pastor Carlos Martínez, quien trabaja con comunidades latinas en Los Ángeles, comenta: "como cristianos, creemos en la importancia de la familia como núcleo fundamental. Cuando una familia es separada, el impacto no solo es emocional, sino también espiritual. La iglesia tiene un papel vital en apoyar a estos jóvenes y en abogar por políticas que mantengan a las familias unidas".

El estudio también menciona que los adolescentes afectados suelen enfrentar discriminación y estigmatización en sus comunidades, lo que agrava su aislamiento social. Este entorno hostil puede llevarlos a experimentar una pérdida de identidad y a cuestionar su lugar en la sociedad.

Las iglesias evangélicas han respondido ofreciendo espacios seguros donde los jóvenes pueden encontrar apoyo, orientación espiritual y un sentido de pertenencia.

El pastor Martínez añade: "es crucial que como comunidad cristiana no solo brindemos apoyo emocional y espiritual, sino que también alcemos nuestra voz para pedir justicia y misericordia para aquellos que están en peligro de ser separados de sus seres queridos. Estos jóvenes necesitan saber que no están solos y que su valor no está determinado por su estatus migratorio, sino por el amor incondicional de Dios".

La situación plantea un desafío tanto para las políticas públicas como para las organizaciones religiosas, que deben trabajar juntas para mitigar el impacto negativo de la deportación en la vida de los adolescentes latinos.