El amor cura: La ciencia del amor y la salud del corazón
![](https://spanishchristianpost-29b4.kxcdn.com/files/cache/image/2/01/20126_w_400_249.jpg)
Todos hemos oído la frase “el amor cura”, pero ¿y si ese sentimiento fuera más que poético? La ciencia confirma cada vez más que el amor (ya sea romántico, platónico, familiar o espiritual) tiene efectos tangibles en el corazón humano.
La ciencia del amor y la salud cardíaca
La profunda conexión entre el bienestar emocional y el cuerpo físico subraya el valor de vivir en comunidad con otros. Estamos diseñados para prosperar en las relaciones en lugar de en el aislamiento. El amor no es solo una emoción, es una fuerza biológica que activa sistemas clave en el cuerpo. Cuando experimentamos amor, nuestro cerebro libera sustancias químicas que afectan la función cardíaca.
La oxitocina, a menudo llamada la “hormona del amor”, se libera en momentos de unión. Los actos simples de afecto, como tomarse de la mano, abrazarse o tocarse, estimulan el cerebro para que produzca oxitocina.[i] La oxitocina reduce la presión arterial y las hormonas del estrés como el cortisol.[ii] También reduce la inflamación, un factor subyacente en muchas enfermedades, incluidas las enfermedades cardíacas.
El efecto de la oxitocina tiene efectos directos sobre el corazón a nivel celular. El amor cura y se hace realidad al promover la regeneración y la reparación celular después de una lesión cardíaca.[iii]
La dopamina y la serotonina, neurotransmisores asociados con la felicidad y el bienestar, también están asociados con la emoción del amor. Estas hormonas contribuyen a la salud del corazón al regular el estado de ánimo y disminuir el cortisol, que es un importante contribuyente a las enfermedades cardíacas.[iv]
Los estudios sugieren que las personas que tienen relaciones amorosas, ya sean románticas o sociales, tienen tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares y viven más que quienes experimentan soledad crónica o aislamiento social.[v]
Un estudio de referencia realizado por Holt-Lunstad y colegas analizó a más de 300.000 participantes y descubrió que las personas con vínculos sociales significativos tenían una probabilidad 50% mayor de supervivencia en comparación con quienes estaban socialmente aislados.[vi]
Además, las personas que experimentan amor y apoyo tienden a tener conductas más saludables. Quienes tienen relaciones amorosas tienen más probabilidades de realizar actividad física regular, comer de manera más saludable y adherirse a tratamientos médicos, todo lo cual contribuye a una longevidad saludable.[vii]
Más allá del amor romántico, el amor basado en la fe se ha asociado con una mayor esperanza de vida y una mejor salud cardíaca. Los estudios han demostrado que las personas que participan en comunidades religiosas o espirituales tienen tasas más bajas de hipertensión y mejores resultados cardiovasculares, probablemente debido al sentido de pertenencia y al apoyo emocional que reciben.[viii] (Koenig et al.).
Amor y gratitud
Cuando amamos o somos amados, es imposible no sentir gratitud. Incluso con el dolor de la pérdida, nos sentimos agradecidos por haber experimentado el amor. No sentir amor ni dolor es no sentir nada. ¿No preferiríamos sentir algo en lugar de nada? He sufrido profundamente sólo porque he amado profundamente. No renunciaría al amor por el riesgo de sufrir y, por lo tanto, estoy agradecido. La gratitud beneficia la mente, el corazón, el cuerpo y el alma.
El amor como medicina para el corazón
El 14 de febrero es el día del amor y el mes de febrero destaca la salud del corazón. En un mundo donde existen corazones rotos, podemos descubrir que la salud no sólo puede residir en la dieta y el ejercicio, sino también en la calidad de nuestras relaciones. El amor, dado y recibido, es una de las formas más poderosas de medicina, y sus efectos son medibles y profundos.
Independientemente del día, el mes o el año, podemos tratar de amarnos a nosotros mismos, amar a los perdidos, amar a los solitarios, amar a los que son como nosotros y a los que son diferentes, y lo más importante, amar a Dios. Este es el secreto para una vida saludable y significativa.
Referencias
[i] Light, Kathleen C., et al. “Abrazos más frecuentes de la pareja y niveles más altos de oxitocina están vinculados a una presión arterial y una frecuencia cardíaca más bajas en mujeres premenopáusicas”. Biological Psychology, vol. 69, no. 1, 2005, págs. 5-21.
[ii] Grewen, Karen M., et al. “Efectos de la oxitocina en las respuestas cardiovasculares al estrés en humanos”. Biological Psychology, vol. 69, no. 3, 2005, págs. 277-289.
[iii] Gutkowska, Jolanta, et al. “Oxitocina en el corazón y el sistema cardiovascular”. American Journal of Physiology-Heart and Circulatory Physiology, vol. 293, no. 5, 2007, págs. H2809-H2818.
[iv] Young, Simon N. y Gavin M. Anderson. “Serotonina en trastornos afectivos”. Clinical Chemistry, vol. 34, núm. 4, 1988, págs. 479-489.
[v] Holt-Lunstad, Julianne y col. “Relaciones sociales y riesgo de mortalidad: una revisión metaanalítica”. PLoS Medicine, vol. 7, núm. 7, 2010, e1000316.
[vi] Holt-Lunstad, Julianne y col. “Relaciones sociales y riesgo de mortalidad: una revisión metaanalítica”. PLoS Medicine, vol. 7, núm. 7, 2010, e1000316.
[vii] Umberson, Debra y Jennifer Karas Montez. “Relaciones sociales y salud: un punto crítico para la política sanitaria”. Journal of Health and Social Behavior, vol. 51, núm. 1_suppl, 2010, pp. S54-S66.
[viii] Koenig, Harold G., et al. “Religión, espiritualidad y enfermedad cardiovascular: una revisión exhaustiva de la literatura”. Journal of Religion and Health, vol. 50, núm. 1, 2011, pp. 3-17.